Una guitarra entre las bombas



Dicen que no puedo utilizar amplificador para tocar en la calle. Lo dicen quienes están sentados en sus sillones sin tener ni idea de lo que sucede afuera y legislan sin tener a nadie en cuenta. También dicen que necesito un permiso... tengo que pedir permiso para tocar en la calle pero no puedo tocar con amplificación, o lo que es lo mismo, puedo tocar pero sin que se me escuche.

Supongo que podría ponerme a tocar en medio de los gritos, petardos, los coches, las obras, la música de los bares con mi permiso para no existir, tratando desesperadamente de que alguien se fije en el idiota inaudible que mueve las manos sobre un trozo de madera, bajo las miradas compasivas que llegan saltando de maniquí en maniquí hasta no distinguir la realidad del escaparate.

Supongo que si tocase la trompeta no necesitaría amplificación, tampoco si tocase el acordeón o el chelo...  Pero para tocar la guitarra clásica y que se escuche al volumen de estos instrumentos necesito amplificación pues la idea de la música es (quizá esta información sea demasiado para algunos) ser escuchada.

Si tuviese una industria nadie se quejaría aunque mi música fuese una completa basura, aunque la metiese en sus casas, en sus coches, en sus obras, en sus cabezas sin pedir ningún tipo de permiso, aunque bombardeara día tras día las pobres orejas de las que cuelga invisible un numero de serie. 

He pasado diez años tocando por medio mundo, emocionando a tanta gente que cuando lo pienso me da vértigo, gracias a la maravillosa ayuda de mi amplificador. Llego a Valencia... Mi querida Valentia y no tarda en llegar el hombrecillo informador de la actual prohibición. Antes que yo han tocado durante tres minutos exactos dos tipos con un acordeón, pasando la gorra y largandose con viento fresco tras defecar musicalmente en la vía publica. Pero claro yo he querido mostrar algo, detenerme, dar calidad y al menos he estado veinte minutos en el mismo sitio, dando el tiempo suficiente para ser recriminado. 

Dejo caer mi conclusión:

Los carteristas corren y nadie les coge, los timadores corren y nadie les coge, los trileros, maestros de la bomba de humo, también corren quienes dan bazofia musical importándoles un carajo la calidad de lo que hacen. Corren los vendedores de droga y también los de cerveza... pero curiosamente los artesanos de la música (y los otros también ;) no corren, se quedan porque la gente se lo pide y por eso mismo son recriminados cuando se trata en realidad  de quienes mas tienen que dar y menos que esconder. Así están las calles y no es casualidad.









Comentarios

Entradas populares