Acuarela de un domingo

La cuerda no sube, el pozo aguarda, la canción no sale, nadie canta. 
El agua continua en su ruta de aguas sumergidas, sin pararse a pensar si eso esta bien, o quien hizo el pozo por donde entra la luz intermitente.
La razón discurre, la voz se afina, Jean François clochard emerito de Moulins se aclara la garganta y canta mientras sigue su camino, entre la niebla, bajo las frías estrellas, entre los girasoles, hacia Chartres lentamente. Pies ligeros casi de barro, suela fina, poca cosa en la maleta, imprescindible sobre él, Jean lleva una bandada de cuervos donde vaya.
La cuerda no sube, el pueblo aguarda, hoy hay mercado, la canción no llega, nadie canta. 
El agua continua en su ruta de aguas sumergidas, sin pararse a pensar porque hay momentos en los que entra una voz desconocida.
Paso de trigo, de zorro, de corzo, cambia de forma y sonríe porque a lo lejos aparece la gente del viaje y el quisiera unirse a ellos una vez mas, pero hoy es día de mercado y Jean respira hondo.
Lo ven llegar, pasito a paso, a lo lejos, se oye un rumor alegre y todo el mundo intenta no pensar en Jean François, en su acordeón, en su olor a mar, en sus noticias de otros pueblos.
La cuerda no sube, el pueblo aguarda, hasta el agua se detiene.
Llega Jean François por el sur y la gente del viaje por el norte, violines y acordeones, guitarras e historias antiguas, rumores que trae, mas esperados que el periódico del día.
La polea se mueve, el agua sube, se difumina en infinitos ríos que bajan hacia los girasoles, la gente bebe, Jean François canta con voz de cien robles, de cien hayas, y sus cuervos arriba también cantan, hoy es dia de mercado.





Comentarios

Entradas populares